¡Hola! Hoy quiero compartir contigo una analogía que suelo utilizar con mis pacientes para explicar por qué a veces aparecen enfermedades en el cuerpo, incluso cuando llevamos una vida aparentemente saludable. Espero que esta metáfora del «vaso de agua» ayude a comprender mejor este concepto.
Imaginemos que nuestro cuerpo es como un vaso con agua. Desde que nacemos, comenzamos a llenar este vaso con diferentes elementos: experiencias de vida, hábitos diarios, emociones, estrés, y más. Cada uno de estos elementos se representa como una piedra que depositamos en el vaso.
Ahora, algunas de estas piedras son más pesadas que otras. Por ejemplo, el estrés crónico, una mala alimentación, el tabaco, el alcohol, la falta de ejercicio, el sueño insuficiente, una cirugía, una lesión, entre otros, pueden ser piedras grandes que depositamos en nuestro vaso de agua a lo largo de nuestra vida.
Al principio, nuestro cuerpo puede manejar estas piedras. Tiene la capacidad de adaptarse y compensar los efectos negativos de estas elecciones y circunstancias. Nuestro «vaso de agua» puede contener todas estas piedras sin desbordarse, y es posible que no experimentemos problemas de salud aparentes.
Sin embargo, llega un punto en el que el vaso se llena. Las piedras se acumulan y el agua comienza a desbordarse. Es en este punto donde empezamos a experimentar síntomas físicos, dolores, malestares, e incluso enfermedades.
Entonces, ¿por qué ocurre esto? La respuesta radica en la capacidad de nuestro cuerpo para adaptarse y compensar. Durante años, nuestro organismo ha estado trabajando arduamente para mantener el equilibrio interno a pesar de las presiones externas. Pero llega un momento en que ya no puede seguir adelante, y es entonces cuando aparecen los problemas de salud.
Es importante entender que la salud no es un estado estático, sino un proceso dinámico. Nuestro cuerpo es resiliente y tiene la capacidad de sanar y recuperarse, pero también tiene sus límites. Por lo tanto, es crucial cuidar nuestro «vaso de agua» desde el principio, evitando depositar demasiadas piedras pesadas que puedan desbordarlo.
Esto significa tomar decisiones conscientes para promover la salud y el bienestar en nuestras vidas. Significa cuidar nuestra alimentación, hacer ejercicio regularmente, gestionar el estrés, dormir lo suficiente, y buscar ayuda cuando sea necesario.
En resumen, nuestra salud es como un vaso de agua. Cada elección que hacemos, cada experiencia que vivimos, es una piedra que depositamos en ese vaso. Si queremos mantenernos saludables y prevenir enfermedades, debemos ser conscientes de lo que ponemos en nuestro vaso y asegurarnos de que no se desborde.
Espero que esta analogía del «vaso de agua» haya sido de utilidad para comprender mejor por qué a veces aparecen las enfermedades en el cuerpo. Recuerda, siempre es mejor prevenir que curar.
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Un abrazo,
María